En 1973, L. Birck propuso el término Medicina Conductual para referirse al uso del Biofeedback como una forma de terapia centrada en el aprendizaje para problemas biomédicos (epilepsia, migrañas, dolores de cabeza tensionales, enfermedad de Reynaud...). La finalidad de este tipo de terapia era intervenir en trastornos físicos, desde una perspectiva conductual.
Años más tarde, en 1977, se celebra en la Universidad de Yale una conferencia (Yale Conference on Behavioral Medicine) que marcaría un antes y un después en la consideración de los problemas biomédicos o enfermedades, y que aun en nuestros días es incuestionable: el papel que tiene lo psicológico o comportamental en el desarrollo y prevención de enfermedades. O si se prefiere, la estrecha relación que existe entre el organismo, su conducta y el entorno en el que se desenvuelve.
En esta conferencia y en reuniones posteriores, la psicología conductual y las ciencias biomédicas aunaron esfuerzos para aproximarse de una forma más holística (el organismo como un todo) y científica a los fenómenos de salud y enfermedad. De esta forma, se acuerda y propone la siguiente definición de Medicina Conductual: "área interdisciplinaria comprometida en el desarrollo e interpretación de los conocimientos y tecnologías de las ciencias biomédicas y conductuales relevantes para la salud y la enfermedad, y la aplicación de este conocimiento y estas técnicas a la prevención, diagnóstico, tratamiento y rehabilitación".
La Conferencia de Yale y el desarrollo de la medicina conductual supuso una aproximación científica diferente a los conceptos de salud-enfermedad y supuso un nexo de unión o, si se prefiere, de integración, entre las ciencias biomédicas y las ciencias experimentales del comportamiento. Esta nueva concepción, como ya adelantábamos, se ha venido relativamente manteniendo hasta nuestros días. Y es que a partir de aquél momento, se asume la idea de que la presencia de un microorganismo es una condición necesaria pero no suficiente para que una persona contraiga una enfermedad. Dicho de otro modo, se empieza a tener en cuenta el papel de lo psicológico (estilos de vida, hábitos conductuales, gestión emocional, relación con un entorno determinado....) en el desarrollo, mantenimiento o prevención de la enfermedad física.
De hecho, la comprensión, prevención y tratamiento de las enfermedades más importantes de nuestros días (cardiovasculares, cáncer, diabetes...) exceden con mucho la concepción tradicional de enfermedad e integran ya concepciones psicológicas. Y es que no hay hoy en día ningún cardiólogo que no tenga presente, como algo indispensable, lo comportamental (la dieta, el ejercicio físico, la gestión emocional o control del estrés) como tratamiento y prevención de este tipo de trastornos.
Por tanto, y a modo de resumen, la Medicina Conductual supone (Fernández et al. 1983):
1. Un área de integración de las ciencias biomédicas y la Psicología experimental.
2. Que las técnicas de intervención que se utilizan en Medicina Conductual no difieren en general de las que utiliza la Modificación de Conducta en los objetivos más tradicionales de su campo de acción (relajación progresiva, técnicas de biofeedback, refuerzo positivo, reestructuración cognitiva, contratos conductuales...)
3. Que la atención es integral a todos los aspectos de la asistencia sanitaria: prevención, diagnóstico, tratamiento y rehabilitación.
El área de prevención es uno de los campos donde la Psicología de la Salud en general y la Medicina Conductual en particular, más se ha desarrollado. Ejemplos de ello son la prevención del consumo de drogas en su versión más clásica (primaria) o desde la Reducción de Riesgos; la prevención de problemas cardiovasculares o, incluso, la prevención de problemas odontológicos.
De la misma forma, no es menos importante el tratamiento de enfermedades u otros problemas desde la Medicina Comportamental, a saber: enfermedades coronarias, hipertensión arterial, migrañas. tics, úlceras gastrointestinales, disfunciones sexuales, insomnio, dolor crónico.... . La lista es lo suficientemente larga como para tener presente que la unión de estas dos disciplinas( recordemos, las ciencias biomédicas y la ciencia del comportamiento) es tremendamente potente.
El abordaje de estos tópicos, no tendría sentido sin unos objetivos explícitos que guíen el proceder de médicos y psicólogos en sus programas de intervención terapéutica. Los más importantes serían los siguientes:
1. Implantar habilidades de afrontamiento del estrés.
2. Alterar y modificar hábitos de comportamiento nocivos.
3. Implantar hábitos de comportamiento saludables.
4. Hacer que se cumplan las instrucciones y prescripciones médicas.
5. Desarrollar habilidades de autocontrol de determinadas funciones vitales.
Para acabar la entrada, nos gustaría rescatar una frase de uno de los cardiólogos españoles más importantes, Valentín Fuster:
"En el fondo todos los médicos sabemos que los factores psicológicos tienen una influencia decisiva en el origen y evolución de muchas enfermedades".
La Conferencia de Yale y el desarrollo de la medicina conductual supuso una aproximación científica diferente a los conceptos de salud-enfermedad y supuso un nexo de unión o, si se prefiere, de integración, entre las ciencias biomédicas y las ciencias experimentales del comportamiento. Esta nueva concepción, como ya adelantábamos, se ha venido relativamente manteniendo hasta nuestros días. Y es que a partir de aquél momento, se asume la idea de que la presencia de un microorganismo es una condición necesaria pero no suficiente para que una persona contraiga una enfermedad. Dicho de otro modo, se empieza a tener en cuenta el papel de lo psicológico (estilos de vida, hábitos conductuales, gestión emocional, relación con un entorno determinado....) en el desarrollo, mantenimiento o prevención de la enfermedad física.
De hecho, la comprensión, prevención y tratamiento de las enfermedades más importantes de nuestros días (cardiovasculares, cáncer, diabetes...) exceden con mucho la concepción tradicional de enfermedad e integran ya concepciones psicológicas. Y es que no hay hoy en día ningún cardiólogo que no tenga presente, como algo indispensable, lo comportamental (la dieta, el ejercicio físico, la gestión emocional o control del estrés) como tratamiento y prevención de este tipo de trastornos.
Por tanto, y a modo de resumen, la Medicina Conductual supone (Fernández et al. 1983):
1. Un área de integración de las ciencias biomédicas y la Psicología experimental.
2. Que las técnicas de intervención que se utilizan en Medicina Conductual no difieren en general de las que utiliza la Modificación de Conducta en los objetivos más tradicionales de su campo de acción (relajación progresiva, técnicas de biofeedback, refuerzo positivo, reestructuración cognitiva, contratos conductuales...)
3. Que la atención es integral a todos los aspectos de la asistencia sanitaria: prevención, diagnóstico, tratamiento y rehabilitación.
El área de prevención es uno de los campos donde la Psicología de la Salud en general y la Medicina Conductual en particular, más se ha desarrollado. Ejemplos de ello son la prevención del consumo de drogas en su versión más clásica (primaria) o desde la Reducción de Riesgos; la prevención de problemas cardiovasculares o, incluso, la prevención de problemas odontológicos.
De la misma forma, no es menos importante el tratamiento de enfermedades u otros problemas desde la Medicina Comportamental, a saber: enfermedades coronarias, hipertensión arterial, migrañas. tics, úlceras gastrointestinales, disfunciones sexuales, insomnio, dolor crónico.... . La lista es lo suficientemente larga como para tener presente que la unión de estas dos disciplinas( recordemos, las ciencias biomédicas y la ciencia del comportamiento) es tremendamente potente.
El abordaje de estos tópicos, no tendría sentido sin unos objetivos explícitos que guíen el proceder de médicos y psicólogos en sus programas de intervención terapéutica. Los más importantes serían los siguientes:
1. Implantar habilidades de afrontamiento del estrés.
2. Alterar y modificar hábitos de comportamiento nocivos.
3. Implantar hábitos de comportamiento saludables.
4. Hacer que se cumplan las instrucciones y prescripciones médicas.
5. Desarrollar habilidades de autocontrol de determinadas funciones vitales.
"En el fondo todos los médicos sabemos que los factores psicológicos tienen una influencia decisiva en el origen y evolución de muchas enfermedades".
BIBLIOGRAFÍA:
- Fernández Hermida, J.R. ; Martínez Camino, J.R. ; Pérez Álvarez, M. : "Participación del psicólogo en equipos multidisciplinares de salud ". Papeles del Psicólogo, nº 10 y nº 11 (1983) .
- Swarchtz Gary, E.; Weiss Stephen, M.: "What is Behavioral Medicine?". Psychosomatic Medecine, vol. 39, nº6 (1977).