28 de marzo de 2012

Medicina Conductual. Una introducción.


En 1973, L. Birck propuso el término Medicina Conductual para referirse al uso del Biofeedback como una forma de terapia centrada en el aprendizaje para problemas biomédicos (epilepsia, migrañas, dolores de cabeza tensionales, enfermedad de Reynaud...). La finalidad de este tipo de terapia era intervenir en trastornos físicos, desde una perspectiva conductual.

Años más tarde, en 1977, se celebra en la Universidad de Yale una conferencia (Yale Conference on Behavioral Medicine) que marcaría un antes y un después en la consideración de los problemas biomédicos o enfermedades, y que aun en nuestros días es incuestionable: el papel que tiene lo psicológico o comportamental en el desarrollo y prevención de enfermedades. O si se prefiere, la estrecha relación que existe entre el organismo, su conducta y el entorno en el que se desenvuelve.

En esta conferencia y en reuniones posteriores, la psicología conductual y las ciencias biomédicas aunaron esfuerzos para aproximarse de una forma más holística (el organismo como un todo) y científica a los fenómenos de salud y enfermedad. De esta forma, se acuerda y propone la siguiente definición de Medicina Conductual: "área interdisciplinaria comprometida en el desarrollo e interpretación de los conocimientos y tecnologías de las ciencias biomédicas y conductuales relevantes para la salud y la enfermedad, y la aplicación de este conocimiento y estas técnicas a la prevención, diagnóstico, tratamiento y rehabilitación".

La Conferencia de Yale y el desarrollo de la medicina conductual supuso una aproximación científica diferente a los conceptos de salud-enfermedad y supuso un nexo de unión o, si se prefiere, de integración, entre las ciencias biomédicas y las ciencias experimentales del comportamiento. Esta nueva concepción, como ya adelantábamos, se ha venido relativamente manteniendo hasta nuestros días. Y es que a partir de aquél momento, se asume la idea de que la presencia de un microorganismo es una condición necesaria pero no suficiente para que una persona contraiga una enfermedad. Dicho de otro modo, se empieza a tener en cuenta el papel de lo psicológico (estilos de vida, hábitos conductuales, gestión emocional, relación con un entorno determinado....) en el desarrollo, mantenimiento o prevención de la enfermedad física.

De hecho, la comprensión, prevención y tratamiento de las enfermedades más importantes de nuestros días (cardiovasculares, cáncer, diabetes...) exceden con mucho la concepción tradicional de enfermedad e integran ya concepciones psicológicas. Y es que no hay hoy en día ningún cardiólogo que no tenga presente, como algo indispensable, lo comportamental (la dieta, el ejercicio físico, la gestión emocional o control del estrés) como tratamiento y prevención de este tipo de trastornos.




Por tanto, y a modo de resumen, la Medicina Conductual supone (Fernández et al. 1983):

1. Un área de integración de las ciencias biomédicas y la Psicología experimental.

2. Que las técnicas de intervención que se utilizan en Medicina Conductual no difieren en general de las que utiliza la Modificación de Conducta en los objetivos más tradicionales de su campo de acción (relajación progresiva, técnicas de biofeedback, refuerzo positivo, reestructuración cognitiva, contratos conductuales...)

3. Que la atención es integral a todos los aspectos de la asistencia sanitaria: prevención, diagnóstico, tratamiento y rehabilitación.

El área de prevención es uno de los campos donde la Psicología de la Salud en general y la Medicina Conductual en particular, más se ha desarrollado. Ejemplos de ello son la prevención del consumo de drogas en su versión más clásica (primaria) o desde la Reducción de Riesgos; la prevención de problemas cardiovasculares o, incluso, la prevención de problemas odontológicos.

De la misma forma, no es menos importante el tratamiento de enfermedades u otros problemas desde la Medicina Comportamental, a saber: enfermedades coronarias, hipertensión arterial, migrañas. tics, úlceras gastrointestinales, disfunciones sexuales, insomnio, dolor crónico.... . La lista es lo suficientemente larga como para tener presente que la unión de estas dos disciplinas( recordemos, las ciencias biomédicas y la ciencia del comportamiento) es tremendamente potente.

El abordaje de estos tópicos, no tendría sentido sin unos objetivos explícitos que guíen el proceder de médicos y psicólogos en sus programas de intervención terapéutica. Los más importantes serían los siguientes:

1. Implantar habilidades de afrontamiento del estrés.
2. Alterar y modificar hábitos de comportamiento nocivos.
3. Implantar hábitos de comportamiento saludables.
4. Hacer que se cumplan las instrucciones y prescripciones médicas.
5. Desarrollar habilidades de autocontrol de determinadas funciones vitales.


Para acabar la entrada, nos gustaría rescatar una frase de uno de los cardiólogos españoles más importantes, Valentín Fuster:

"En el fondo todos los médicos sabemos que los factores psicológicos tienen una influencia decisiva en el origen y evolución de muchas enfermedades".


BIBLIOGRAFÍA:

- Fernández Hermida, J.R. ; Martínez Camino, J.R. ; Pérez Álvarez, M. : "Participación del psicólogo en equipos multidisciplinares de salud ". Papeles del Psicólogo, nº 10 y nº 11 (1983) .

- Swarchtz Gary, E.; Weiss Stephen, M.: "What is Behavioral Medicine?". Psychosomatic Medecine, vol. 39, nº6 (1977).


4 de marzo de 2012

Neurobiología de la adicción.

Se había comentado en alguna entrada anterior que las drogas actúan como reforzadores. Un refuerzo es un consecuente que aumenta la probabilidad de ocurrencia de la respuesta a la que sigue. Aplicado al ámbito de la farmacología, se dice que una sustancia psicoactiva actúa como reforzador cuando probabiliza su autoadministración repetida. El consecuente, en este caso, es esa euforia casi inmediata que producen algunas drogas.

Los manuales de psicofarmacología dicen que una droga tiene tanto o más potencial adictivo cuando esa sensación de euforia y placer es más inmediata y más intensa y cuando estos efectos desaparecen en un corto espacio de tiempo.

A continuación trataremos de dar unas pinceladas al correlato neural de este proceso que se cree que reside en lo que llamamos  circuito neural de recompensa.

Las zonas anatómicas implicadas en el circuito cerebral de recompensa se organizan en torno al sistema dopaminérgico mesotelencefálico. La dopamina (DA), neurotransmisor del grupo de las feniletilaminas, es agonista para los
receptores D1, D2, D3, D4 y D5.

El circuito cerebral de dopamina del que ya hablábamos en la entrada del Bupropión se compone de 4 vías:
La nigroestriatal que proyecta sus neuronas desde la sustancia negra a los ganglios basales.
La mesolímbica que proyecta sus neuronas desde el área tegmental ventral (VTA, por sus siglas en inglés) del mesencéfalo al núcleo accumbens.
La mesocortical que también proyecta sus neuronas desde el área tegmental ventral del mesencéfalo pero envía sus axones a la corteza límbica.
La vía tuberoinfundibular, que proyecta desde el hipotalamo a la glándula pituitaria anterior.




El circuito cerebral de recompensa implica a las vías dopaminérgicas mesocortical, mesolímbica y nigroestriatal. Es decir,  es una vía que proyecta desde la sustancia negra y el área tegmental ventral a varios puntos del telencéfalo y por ello se le conoce como sistema dopaminergico-mesotelencefálico pero dado que las neuronas que proyectan desde la VTA al núcleo accumbens son las que se han visto más frecuentemente implicadas en los efectos reforzantes de la estimulación cerebral, recompensas naturales y drogas adictivas… también se suele hablar de este circuito como de la vía mesolímbica.

La liberación de DA en esta vía y el consecuente agonismo sobre los receptores dopaminérgicos se relaciona con la sensación de placer, bienestar, euforia y satisfacción. Es el subidón que describen los consumidores o el que sentimos con la comida, bebida o el sexo.

Las principales aferencias que llegan al núcleo accumbens provienen de la vía mesolímbica que parte de la VTA. Se cree que el núcleo accumbens juega un importante papel en la recompensa, expectativa de recompensa, el placer y la adicción.

Por ejemplo, mediante la técnica de autoestimulación eléctrica cerebral se ha comprobado que la estimulación directamente del accumbens es reforzante, incrementando la tasa de autoadministración de choques eléctricos sobre la zona.

De la misma forma, la autoadministración de algunas drogas (estimulantes y depresores, principalmente, si bien cada una de ellas con características propias)  parece estar asociado a una liberación de DA.

Es una molécula clave aunque no parece ser la única implicada: el glutamato, por ejemplo,  también parece tener cierta importancia. Las evidencias se sustentan en una serie de experimentos en los que lesiones en la vía mesolímbica o antagonistas de la DA bloqueaban esa sensación de placer y en las situaciones en las que procede da paso una la explosión conductual característica, aumentando tasas de autoadministración de las dosis en espacios muy breves de tiempo.

Por tanto, y a modo de resumen:

1. La vía más implicada en las conductas adictivas, es la llamada vía dopaminérgica mesolímbica cuyo neurotransmisor principal es la DA.

2. Una serie de acciones por parte del organismo favorecen que este conjunto de neuronas esté más activado, y no al revés.

3. No sólo el consumo de drogas está implicado en la activación de esta vía. Un conjunto variopinto de acciones implica a este conjunto de neuronas. Desde comportamientos con gran importancia para el individuo y la especie (comer, sexo...), hasta otros con menor importancia biológica (logros intelectuales, escuchar una canción que gusta, consumir drogas...). 




Hasta aquí unas breves pinceladas que esperamos  hayan cumplido el objetivo con el que escribíamos la entrada: que el lector entienda que existen una serie de mecanismos neuroquímicos asociados al consumo que ocurren como correlato de la respuesta conductual.


Un placer haber podido realizar esta colaboración, 

 @SaraDivinorum


Bibliografía e información complementaria:

-       Fernández-Espejo, E “Bases neurobiológicas de la drogadicción” http://goo.gl/gr5WZ
-       Corominas, M, Roncero, C, Bruguera, E y Casa, M. “Sistema dopaminérgico y adicciones”. http://goo.gl/LkK07
-       Gil-Verona, J.A, Pastor, J.F, de Paz, F, Barbosa, M, Macías-Fernández, J.A, Maniega, M.A, Rami-González, L, Cañizares-Alejos, S. (2003) “Neurobiología de la
-       adicción a las drogas de abuso”. http://goo.gl/4vB1A
-       Dr. Edgargo Girón. “Complicaciones neurológicas del alcoholismo” http://goo.gl/5czHS