17 de abril de 2012

La respuesta inmunitaria.


Para esta entrada contamos con la colaboración de Fernando Caudevilla Galligo : médico de familia. En la actualidad compagina labores asistenciales en la Red Pública y Centros de Menores de la Comunidad de Madrid con trabajos de asistencia, docencia e investigación en el ámbito de las drogas de uso recreativo (cannabis, cocaína y drogas de síntesis).

El Sistema Inmunológico (SI) es una suma de estructuras físicas y procesos biológicos que cumplen básicamente una doble función. Por un lado protege al organismo frente a la infección por patógenos (microorganismos que pueden producir enfermedades: virus, bacterias, parásitos…). Pero además y de forma complementaria, el SI tiene que ser capaz de reconocer como propios los componentes sanos del organismo. Cualquier desorden en una de estas dos capacidades (capacidad de eliminar a los agresores y de reconocer como propio lo que es) dará lugar a distintos tipos de enfermedades.

Básicamente se distinguen dos tipos de respuesta inmune:

1.- La respuesta inmune innata aparece en todos los organismos, y es el conjunto de procesos que se desencadenan de forma inespecífica cuando aparece un agresor. Incluye una serie de procesos:
La fiebre constituye una respuesta fisiológica que activa el sistema inmunológico, permitiéndole combatir a los agresores de forma más eficaz. Por eso es discutible si se debe de tratar la fiebre con antitérmicos en muchos procesos benignos. La fiebre no es específica de la infección y puede aparecer en tumores, insolación, deshidratación…

La inflamación es otra de las respuestas del organismo a la agresión externa, que tiene la doble función de contener físicamente el foco de infección, incrementar el aporte de sangre local y sintetizar compuestos que facilitan la respuesta inmune. Tampoco indica infección de forma específica y puede aparecer en traumatismos, enfermedades reumatológicas…

La activación de los leucocitos, que son las células propias de la respuesta inmune innata y destruyen patógenos por fagocitosis (englobándolos y destruyéndolos de forma directa). Existen distintos tipos de leucocitos (neutrófilos, basófilos, eosinófilos y las natural-killers). Este último tipo de células de nombre artístico (suena como Natural Born Killers o Killer Barbies) destruyen células de forma específica y parecen controlar la destrucción de las células tumorales que aparecen en el organismo, lo que puede tener importantes implicaciones terapéuticas.

2.-La respuesta inmune adquirida supone un sistema más evolucionado que sólo está presente en los vertebrados, y que en los mamíferos adquiere su mayor complejidad. Supone que el organismo tiene la capacidad de “recordar” agresiones anteriores lo que le permite responder de forma más eficaz cuando es atacado otra vez por el mismo agente. Los linfocitos son las células propias de la respuesta inmune adquirida. Se diferencian fundamentalmente de los leucocitos en que están programados para dirigirse contra un objetivo concreto. Existen distintos tipos de linfocitos (B, T colaboradores, T citotóxicos…), cada uno de ellos con una función específica.




Algún ejemplo nos permitirá entenderlo de forma más sencilla. Algunos virus (por ejemplo el de las paperas o el sarampión) sólo son capaces de producir infección una vez. El organismo se queda con pequeñas fracciones del virus, lo programa en los linfocitos y, si alguna vez vuelve a encontrarse con él lo eliminará de forma inmediata. Este es el fundamento de las vacunas: exponer al organismo a porciones de los virus (en lugar del virus completo) y que aprenda a reconocerlo sin exponerse a la enfermedad.

Otros virus son más inteligentes (bueno, es una figura literaria) y son capaces de cambiar su apariencia para engañar al organismo. Por eso la gripe puede sufrirse en varias ocasiones a lo largo de la vida y hay que diseñar vacunas cada año. Y otros como el Virus de la Inmunodeficiencia Humana (VIH) son tan extremadamente mutantes que la obtención de una vacuna eficaz se hace muy complicada.

La complejidad del SI hace que se relacione con alteraciones distintas. La más evidente son las inmunodeficiencias (que disminuye la capacidad de respuesta del organismo frente a las agresiones y facilita la aparición de infecciones). El Síndrome de Inmunodeficiencia Adquirida (SIDA) producido por el VIH pero existen decenas de enfermedades distintas (genéticas, carenciales, tumorales…) que cursan con déficit del sistema inmune.

Pero las enfermedades que implican al SI son muchas más. Las alergias y reacciones de hipersensibilidad (alimentarias, a pelo, polen, medicamentos, cutáneas…) suponen una respuesta exagerada del SI frente a un estímulo que no produce enfermedad. Las enfermedades autoinmunes son un amplio grupo de trastornos (artritis reumatoide, diabetes tipo I, enfermedad de Crohn, enfermedad celiaca, esclerosis múltiple…) que tienen en común el hecho de que es el propio organismo quien ataca a sus estructuras al reconocerlas como extrañas.



Finalmente, el SI está muy relacionado con el cáncer. Todos producimos células tumorales a lo largo de nuestra vida, que son eficazmente eliminadas por el SI. La aparición de un tumor patológico está relacionada con la pérdida o disminución de la capacidad inmunológica de eliminarlo. La estimulación específica de algunas partes del SI mediante fármacos es una de las vías de investigación más interesantes en el tratamiento del cáncer.

Así, dentro del campo de la psiconeuroinmunobiología, el estado psíquico puede condicionar o contribuir (pero nunca causar, entendido como causa única) la evolución de determinadas patologías. Pero dejaremos este tema para otra posterior colaboración…


@fcaudevilla

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