3 de agosto de 2011

Antidepresivos II.

Seguimos avanzando en esta serie "Psicofarmacología para Dummies", aproximándonos en la farmacología de los denominados antidepresivos.

A pesar de que, estamos seguros, el lector estará deseoso ya de empezar a leer información acerca de fármacos, neurotransmisores, receptores y enzimas, no nos queda más remedio -antes de todo ello - que bucear entre las teorías que tratan de explicar la depresión desde un punto de vista biológico, y que por tanto, justifican (nótese la cursiva) el tratamiento farmacológico de la misma.

Para ello, vamos a intentar realizar un resumen lo más simplificado y comprensible posible para, una vez realizado, comenzar a hablar de los diferentes fármacos y sus mecanismos de acción en el cerebro:

1. Hipótesis monoaminérgica:

Nuestros lectores recordarán que, en su día, ya nos referimos a esta hipótesis en una entrada que denominamos "Hipótesis Monoaminérgica de la depresión.Dudas", y en la cual cuestionábamos su veracidad.

Esta hipótesis, forma parte de la primera teoría biológica acerca del origen de la depresión. Sus postulados hacían, y aun siguen haciendo, referencia a que la depresión es debida a un déficit de neurotransmisores aminérgicos, principalmente, serotonina (5-HT) y noradrenalina (NA).

¿En qué evidencias se apoyaba la hipótesis? Fácil, sencillo y muy simplista: por un lado, en que en la época existían una serie de fármacos (Reserpina, en concreto) que reducían la cantidad de estos neurotransmisores y podían inducir un cuadro depresivo; y por otro lado, al revés: se comprobó de casualidad (esto lo amplificaremos en su momento) que unos fármacos (Iproniacida) cuya propiedad principal era inhibir la enzima monoaminooxidasa -MAO- tenían cierta acción como elevadores del estado de ánimo.

De esta manera se postuló por tanto que la depresión era debida a ese déficit de neurotransmisores monoaminérgicos.

Ya desde los años 60 los investigadores dedicaron muchos de sus esfuerzos a identificar estos déficits. Sin embargo y hasta la fecha, los resultados han sido contradictorios.

Aun así, y a pesar de que los datos no son favorables a la hipótesis monoanminérgica,la prescripción de fármacos antidepresivos sigue estando apoyada en ella. De hecho, la enorme mayoría de los fármacos antidepresivos actuales surgen como resultado de esta teoría.

2. Hipótesis de los receptores de neurotransmisores:

Tras la poca evidencia científica que recibió la primera hipótesis, se ha postulado otras tantas. Una de ellas gira en torno a los receptores de los principales neurotransmisores monoaminérgicos. Por tanto, sigue guardando cierta relación con la primera.

La hipótesis centrada en los receptores viene a plantear que en la depresión son los receptores de estas neuronas monoaminérgicas (recordamos: neuronas cuyo principal NT son la serotonina, la dopamina y la noradrenalina) lo que no funciona bien.

Al no funcionar bien, el mensaje que se pasa a la siguiente neurona es deficitario, lo que se traduciría -hipotéticamente- en un estado de ánimo bajo o muy bajo, y de carácter duradero.

¿Por qué los receptores no funcionarían bien? Existirían varias causas, pero principalmente porque hay escasez de NTs monoaminérgicos. Intentemos ilustrarlo con un ejemplo: primero partimos de una neurona serotoninérgica normal que libera una cantidad normal de serotonina que se acopla, a su vez, a los receptores -normales en número- de una neurona postsinática.

A partir de una escasez de esta serotonina (por la razón que sea), la neurona postsináptica pone en marcha  un mecanismo que podríamos denominarlo de adaptación y que ha recibido el nombre de regulación al alza. ¿Qué hace? Multiplica el número de receptores con el fín de intentar captar más neurotransmisor. Sin embargo, el resultado es que: 1) No hay más neurotransmisor porque ya era originalmente bajo y 2) Ahora hay que ocupar mayor número de receptores para mandar el mensaje.

Por tanto, el resultado es el conocido por todos vosotros.

¿Cuánta evidencia existe acerca de esta hipótesis? Muy poca; al menos muy poca evidencia directa. En los datos en los que se apoya son los procedentes de los estudios post-mortem de personas que se han suicidado: en ellos se observa un incremento de receptores de tipo 2 de la serotonina.

3. Hipótesis monoaminérgica de la expresión génica:

En este punto vamos a recordar algo que ya os mencionamos, pero que merece la pena volver a recordar: "Hasta ahora no existen evidencias claras y convincentes de que el déficit monoaminérgico explique la depresión; es decir, no hay un déficit monoaminérgico "real". Asimismo, tampoco hay evidencias claras y convincentes de que los excesos o deficiencias de receptores monoaminérgicos expliquen la depresión; es decir, no existe ningún déficit seudomonoaminérgico debido al hecho de que las monoaminas estén presentes pero no los receptores monoaminérgcios." (Stahl, 2009)

Dicho esto, pasamos a comentar la última de las hipótesis - si bien hay alguna más que son la madre del cordero, rizar el rizo, etc. - . La hipótesis monoaminérgica de la expresión génica viene a plantear que aun habiendo niveles normales de neurotransmisor, y aun funcionando bien sus receptores, algo ocurre en el interior de la neurona post-sináptica que hace que el sistema no funcione bien. En concreto, el problema estaría en la transducción.

Esta hipótesis sigue girando en torno a las monoaminas y sus receptores, a pesar de que ya no se centra en lo que ocurre en el exterior de la neurona.

Al ser una serie para Dummies no ahondamos más en la hipótesis, si bien el lector puede ampliar informaicón atendiendo a los genes propuestos en los fallos de transducción.

Conclusión.

1. La hipótesis monoaminérgica de la depresión  surge a raíz de observar -de casualidad, no de manera controlada y sistemática- lo que hacían una serie de fármacos (Reserpina e Iproniacida), y no lo que acontece realmente en el cerebro (algo, por otra parte, imposible en aquélla época).



2. "Escuchando a los fármacos" se planeta dicha hipótesis, que desde los años 60 no solo no ha recibido el suficiente apoyo científico sino que, además, se ha visto lleno de contradicciones.

3. A pesar de lo anterior, la prescripción actual de psicofármacos antidepresivos sigue siendo justificada en base a esta hipótesis que, recordemos, no ha sido verificada ni ha sido apoyada. Es decir, podemos afirmar que los profesionales de la salud recetan una serie de fármacos, cuya justificación de la hipótesis en la que se apoya,  no es verídica ni real.

4. Las teorías biológicas de la depresión por sí solas cojean bastante por no decir muchísimo. Por tanto, es necesario recurrir a otro tipo de explicaciones que, sin descartar las anteriores, las integren como un factor más. Actualmente, los modelos conductuales en psicología ya lo integran como parte de una realidad mucho más compleja y donde los factores ambientales y comportamentales tienen tanto o incluso más peso que los factores puramente biológicos.

5. A pesar de que las teorías biológicas de la depresión no han recibido la evidencia suficiente, es cierto que muchos fármacos ayudan a muchas personas en su proceso de superación de la depresión si son combinados con estrategias conductuales. Por tanto, desde esta página no se está planteando su eliminación. Lo que sí sería necesario es mayor investigación para averiguar las verdaderas causas por las cuales los fármacos funcionan, y qué subyace a nivel biológico, a eso que conocemos como depresión. 

1 comentario:

  1. Qué buen artículo! Me ha encantado el enfoque y cuesta mucho encontrar en internet la información adecuada a la hora de cuestionar el uso de fármacos en psiquiatría.
    Qué pena que no continúes con el blog, por lo que he leído hasta ahora es muy interesante.
    Y gracias por recomendar "Hedonismo sostenible", no lo conocía y seguro que me va a gustar.

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