1 de agosto de 2011

Antidepresivos I.

He de reconocer que me es costoso iniciar este tema de Antidepresivos sin situarme desde un punto de vista de crítico. Prometo al lector aportar, más adelante, la información oportuna desde el plano objetivo que me caracteriza, pero permítame introducir el tema señalando algunas cuestiones que todo el mundo debería tener presente al hablar acerca de estos fármacos.

Para empezar, es fácil suponer que cuando hablamos de antidepresivos, como la propia palabra indica, nos estamos refiriendo a fármacos "anti-depresión"; fármacos que atacan únicamente la depresión y que se han desarrollado para con este único fin. Sin embargo, esto no es del todo así: gran parte de los fármacos denominados antidepresivos se utilizan para tratar otras alteraciones biológicas y/o comportamentales que abarcan desde la ansiedad, los trastornos de conducta alimentaria como la Anorexia, ó el Trastorno Obsesivo Compulsivo.

Es decir, alteraciones que, a priori, poco o nada tienen que ver con la depresión. De hecho, en la clínica psicológica no es difícil observar a pacientes/clientes asustados o que no comprenden cómo un médico les ha mandado un antidepresivo cuando "yo no tengo depresión".

En todo esto hay mucho que decir y seguramente no tenga tanto espacio para hacerlo.

Lo primero que llama mi atención es cómo estos fármacos han conseguido introducirse lenta pero progresivamente en la vida de los pacientes; pacientes que, como decía más arriba, tienen alteraciones muy dispares y muy diferentes a la depresión. 

Esta es una gráfica que representa la evolución, en España, de la venta de fármacos antidepresivos hasta el año 2003. Evidentemente, esta paulatina progresión se ha tenido que traducir sí o sí en enormes beneficios económicos para las multinacionales farmacéuticas. 



                                             
Fuente: Ofisalud



Con todo esto, no puedo dejar de preguntarme qué subyace a este aumento de la prescripción de antidepresivos. ¿Será que hay más personas que sufren depresión en los inicios de esta segunda década del siglo XXI? Tal vez sea así. De hecho, la Organización Mundial de la Salud afirma que la depresión es la primera causa de incapacidad en todo el mundo .

¿Será, tal vez, que hay más diagnósticos de depresión? Esta cuestión puede parecer simple, pero no lo es. Que haya más diagnósticos de depresión no significa que haya más personas sufriendo depresión. Y me explico: en España, mi lugar de residencia, buena parte de los diagnósticos de depresión son realizados por un médico de Atención Primaria que no tiene ninguna preparación en la evaluación y diagnóstico de un problema que es, no nos olvidemos, psicológico; no médico.
Aquí, es muy fácil llegar a nuestro médico de cabecera, comentarle que estamos algo decaídos (algo que es normal en la vida y que forma parte de nuestra condición humana) y que, como resultado, nos receten un fármaco antidepresivo.

Claro, en las estadísticas este caso se reflejará como un caso de depresión. Si a esto le sumamos que estos fármacos son recetados, como ya se ha expuesto, para otros trastornos, el grosso de ventas y de datos que reflejan casos de depresión es enorme.

Ahí lo dejo con el fin de que cada uno reflexione de la forma que pueda, quiera o le apetezca. Un documento interesante que agrupa todos los -pocos- datos que he ido dejando a lo largo de la entrada pueden  ampliarse en el siguiente documento:

 "Enfermedades mentales.La aportación de los medicamentos al tratamiento de la depresión" 



Dicho esto, me gustaría cerrar la entrada con una aclaración que no necesitan leer aquéllos que nos han venido siguiendo hasta ahora y que ya saben - o deberían saber- de ella:
No es, ni será nunca jamás nuestro estilo criticar el uso de psicofármacos en el tratamiento de la sintomatología de cualquier alteración psicológica. Los psicofármacos son herramientas que pueden ayudar a las personas que experimentan diferentes malestares a reducir ó rebajar algunos de los síntomas, señales, respuestas organísmicas....de la alteración en concreto.

Lo que sí criticaremos, y de hecho lo seguimos haciendo, es que se considere a la depresión una enfermedad médica (como puede ser una tuberculosis) que se cura con fármacos. Error. Ni se ha demostrado la causa de la depresión (simplemente se hipotetizan diversos sistemas cerebrales implicados, cada vez más dispersos y dispares entre sí) ni los fármacos curan nada, solo rebajan sintomatología. Esta reducción de sintomatología, permitiría poner en marcha a la persona comportamientos nuevos de afrontamiento que le harían superar su depresión. Por tanto, ahí lo tenemos, son los cambios conductuales, de estilos de vida, de formas de pensar...lo que hacen que una persona supere la depresión -dicho de una forma muy simplificada - .

También criticaremos la dispensación de antidepresivos a granel, de la misma forma que el hecho de que un problema de corte psicológico esté en manos de personal médico que, evidentemente, trabaja con fármacos. Los beneficios que traería para las personas el hecho de que hubiera más psicólogos de los que hay en el sistema nacional de salud, en concreto en la Atención Primaria, sería espectacular. No obstante, sucedería al contrario a las multinacionales farmacéuticas: su venta de psicofármacos se vería drásticamente reducida.

Y eso, amigos, no interesa a este poderoso sector. Datos para la reflexión: que cada uno saque las conclusiones que guste de sacar.

Por nuestra parte, hasta aquí hemos llegado hoy.

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