Los fármacos destinados a rebajar la ansiedad o favorecer el sueño son, junto a los antidepresivos, los psicofármacos más recetados dentro del Sistema Nacional de Salud español.
En el periodo de tiempo que va desde 1995 a 2002, se produjo un incremento del 56% en cuanto al consumo de este tipo de psicofármacos (García del Pozo et al., 2004) situándose en un 14,2% el número de españoles que en un año habían consumido estas sustancias. Estas cifras nos sitúan como uno de los países de mayor consumo de la UE y superando a EEUU.
Sería interesante plantearse los porqués de este aumento del consumo de psicofármacos relacionados, si bien es cierto que esto nos llevaría una entrada entera. El aumento del malestar en la población occidental, así como que sea el médico de cabecera quien recete la inmensa mayoría de estos fármacos suponen, en nuestra opinión, un factor clave para entender este aumento. Además, cabrían considerarse otros factores más de tipo cultural como lo son el hecho de que en occidente cada vez se tolera menos el sufrimiento que, queramos o no, va arraigado a la vida. Vivir consiste en sentir emociones positivas, pero también negativas; vivir momentos de plenitud, y momentos tristes, de agobio, de miedo. Esto es vivir.
Sin embargo, ante el mínimo sufrimiento buscamos salidas rápidas. Evitamos entrar en contacto con ese malestar que, en muchos casos, no es sino una señal que nos está indicando que hay que iniciar cambios en nuestra vida. Y sin embargo, optamos por taponar y escapar.
Así pues, todos estos factores pudieran ser -repetimos, en nuestra opinión - factores que explicasen parte de este aumento del consumo de psicofármacos.
Desde el lenguaje ordinario, denominamos a las sustancias a las que nos vamos a referir de aquí en adelante, como ansiolíticos que etimológicamente quiere decir "aniquiladores de la ansiedad". Sin embargo, al igual que en el caso de los antidepresivos el nombre sólo tiene relación con una parte de sus efectos, dejándose de lado otros como los efectos sedantes o miorelajantes. Además, las moléculas no entienden de nombres, y una sustancia que a priori se utilizaba como antidepresivo puede tener efectos sobre la ansiedad. Por tanto, siempre será más adecuado utilizar el nombre del grupo de sustancias al que pertenecen. Por ejemplo, benzodiacepinas...si bien hay otros grupos de fármacos que se utilizan o se han utilizado en el tratamiento farmacológico de los problemas de ansiedad.
En la década de los 70 del siglo pasado, por ejemplo, se utilizaban antidepresivos tricíclicos e IMAOs para el tratamiento farmacológico del llamado trastorno de pánico y en el Trastorno Obsesivo-Compulsivo (TOC), que no son otra cosa que tipos de alteraciones relacionadas con la ansiedad. De la misma forma, en la década de los 90 los antidepresivos tipo ISRS pasaron ser el tratamiento de elección en el mismo TOC o en el trastorno de pánico, hasta llegar a día de hoy que son utilizados en otros subtipos como la denominada fobia social. Otro ejemplo es la Venlafaxina, utilizada tanto para los trastornos del ánimo como para la ansiedad (Stahl, 2009).
Las benzodiacepinas, por su parte, se sintetizaron por primera vez en los años 50 gracias a Leo Sternbach, un químico que trabajaba en los laboratorios Roche. En 1955 sintetiza la primera benzodiacepina: el clordiacepóxido, que empezaría a comercializarse con el nombre de Librium. Ocho años después, en 1963, aparece una de las benzodiacepinas más famosas del mundo: el Diazepan, conocido con el nombre de Valium.
Posteriormente, la creación de nuevas benzodiacepinas y otros hipnóticos no benzodiacepínicos ha experimentado un crecimiento y desarrollo extraordinario.
Fue en la nombrada década de los 90 cuando las benzodiacepinas se comenzaron a convertir en el tratamiento de primera línea para la mayoría de los trastornos de ansiedad, si bien ya se conocían sus propiedades desde los años 60, año en que empezaron a introducirse en el mercado.
Al hacerlo, revolucionaron el tratamiento farmacológico de la ansiedad ya que eran compuestos que resultaban menos sedantes que sus predecesores los barbitúricos, además de tener otras propiedades por las que aun hoy son muy valoradas: anticonvulsionantes, miorelajantes y sedantes-hipnóticas. Además, actúan de forma más rápida que los antidepresivos, de manera que se uso se prioriza frente a ellos....a no ser que el problema a tratar sean problemas de duración mayor como el llamado Trastorno de Ansiedad Generalizada, en los que sí se considera el tratamiento farmacológico con antidepresivos.
En próximas entradas, nos meteremos de lleno en el mundo de estas sustancias si bien, como ya se ha comentado, nos gustaría resaltar que existen otros compuestos con propiedades ansiolíticas y que no pertenecen a este grupo de fármacos, de la misma forma que la acción ansiolítica de las benzodiacepinas no es su única acción.
En el mercado mundial hay comercializadas unas 39 benzodiacepinas diferentes cuyos usos van destinados tanto al tratamiento farmacológico de la ansiedad y el insomnio como a usos en cirujías. Algunos de estos compuestos pueden contemplarse en la siguiente tabla:
En próximas entradas profundizaremos en la farmacología de estos compuestos de la manera más sencilla posible, así como prestaremos atención a sus distintos mecanismos de acción a través del receptor GABA.
Enlaces:
- "Utilización de ansiolíticos e hipnóticos en España":
http://scielo.isciii.es/scielo.php?pid=S1135-57272004000300007&script=sci_arttext
- "Problemas de Memoria en la vida cotidiana en pacientes en tratamiento con benzodiacepinas": http://www.psiquiatria.com/congreso_old/mesas/mesa58/conferencias/58_ci_a.htm
Bibliografía:
- Stahl, Stephen M. : "Psicofarmacología esencial. Bases neurocientíficas y aplicaciones clínicas". Ed. Ariel Neurociencia, 2º edición. Año 2009.